Hace 9 meses atrás era impensable que yo tuviese un gato. He tenido tantas malas experiencias con gatos ajenos que no concebía la idea de tener uno. Pero un día mi pareja dijo que había pre-adoptado una gatita. Yo no quería, me negaba rotundamente pero en el fondo muy en el fondo me hacía ilusión tener mascota. Quería un perro pero era mucha responsabilidad para una persona como yo que trabaja 12 horas al día.
Durante mi infancia no pude tener animales en casa porque mi madre decía que los animales no eran para estar en un piso encerrados. Pero ese deseo siempre estaba ahí. Tenia claro que lo primero que haría al tener piso era adoptar un animal. Un perro. Pero al irme a estudiar fuera y compartir piso con dos animales ajenos acabé detestando la idea de un animal en casa y considerando que mi madre tenía razón. Me volvía loca tanta suciedad y el olor a mierda al entrar por la puerta. Pensé que todos serían así. Y pasé de tener animales.
Pero llegó el día de traer a la pequeña Buffy a casa (nombre que elegí yo, podéis suponer porqué). El hecho de poder escoger ese nombre hizo que ya le cogiera cariño desde el principio. “Mi pequeña Buffy” pensaba.
Fuimos a Girogats, donde tiene gatitos para adoptar. Conocí a Buffy, con sus enormes orejitas y esos ojos verdes que te miraban con curiosidad. Era una gatita muy juguetona. Se puso a morder los cordones de las bambas de mi pareja. Se dejaba tocar y acariciar. Me enamoré de ella al instante.
Esta es su hermanita, de lo único que me puedo arrepentir es de no habérmela llevado junto a Buffy.
Nos fuimos para casa, y yo llevé a Buffy con mucho cuidado para no golpear su caja. Estaba muy contenta.
Al principio tenia miedo de nosotros, pero enseguida se soltó. Demostró no tener nunca miedo. Buffy es valiente. No podía ser menos con ese nombre.
Pasaron los días desde que llegó y Buffy había crecido un montón. Mi adaptación con ella fue genial al igual que lo fue con su nuevo territorio. Al trabajar tanto y tenerla a ella al lado me ayuda mucho. Junto a ella he entendido que tener un gato ayuda a rebajar el estrés. Su mera compañía, sus mimitos y sonreír al verla juguetear.
Y Buffy se ha ido haciendo mayor con el paso de los días. Siendo fotógrafa no he podido evitar fotografiarla todos los días que me han sido posibles. Es mi nueva familia y mi mejor modelo.
Al no tener una amiga o compañera se pasaba el día enganchada a nosotros. A veces nos hacía daño jugando. Por eso, buscamos la solución. Traerle una hermanita.
Aquí abajo os presento a Sira. Una gatita tímida y reservada. Muy inteligente pero muy tranquila. Se porta de maravilla. Nos dio pena ver como pasaban los meses y seguía en adopción. Así que nos pareció que era la perfecta compañera de Buffy. Y así ha sido. Buffy con su carácter extrovertido consiguió que Sira saliera de su escondite. Pasó un día entero debajo de la cama acurrucada y Buffy logró hacerse con ella. A día de hoy es una gatita muy cariñosa que no para de buscar mimitos.
A nivel fotográfico es mejor modelo que Buffy porque sabe estarse quieta. 😀 Buffy es imparable y se hace difícil retratarla, pero difícil no es igual a imposible :).
A día de hoy Buffy y Sira se llevan de maravilla. Como si fueran hermanas. Se lavan mutuamente y juegan mucho.
Para una persona que no quería gatos es una suerte tener dos gatitas con esta personalidad tan dulce.
Me tienen enamorada.
La conclusión es:
Si no te gustan los gatos sin haber convivido con uno, no sabes lo que es. Estoy convencida que la mitad de las personas que opinan así cambiarían de idea como yo. Actualmente son los dos seres que más felicidad me han regalado desinteresadamente.
Podéis descubrir cada día fotos de mis peques en su Instagram o Facebook propio:
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